Cuentan los relatos ancestrales que el segundo traidor de los que mataron al Erador se llevó sus ojos, que todo lo veían. Pero el huérfano Aidhan, de la estirpe de los cércenos de ojos, vive inmerso en un mundo de niebla en el que todos los rostros son indistinguibles, y el presente se confunde con los destellos de pasado y futuro que solo él parece ver.
Cuando su camino se cruza con el de una joven con el poder de los huesos y un muchacho de la estirpe de la lengua, decide ayudarlos a investigar las extrañas desapariciones que están sucediendo a su alrededor. Ya no es solo la sagrada Orden del Erador quien persigue a los cércenos para sacrificarlos; alguien está llevándose a los huérfanos por las noches, y sus intenciones parecen ir más allá de todo orden establecido.

