El retrato tierno y descarnado de una sociedad en decadencia
Un centro de investigación moscovita ha desarrollado el prototipo de una máquina capaz de evaluar la calidad y comercialidad de los textos literarios. Los responsables del centro piden a diversos escritores que les lleven un texto inédito para evaluarlo. Cuando Félix Sorokin, un escritor mediocre y ya maduro, hace entrega de uno de sus manuscritos, se ve abocado a una espiral de sucesos que lo enfrentarán a todos sus demonios personales.
Destinos truncados ahonda en las constantes expuestas por los Strugatski en buena parte de su obra: el absurdo del sistema burocrático, el miedo a todo lo nuevo y extraño y una clara apuesta por el progreso del hombre a través del conocimiento. Su estilo, deudor de autores como Bulgákov, Zamiatin, Maiakovski y Pilniak, constituye un gozo para quien se adentre entre sus páginas.
«Destinos truncados puede leerse como un diálogo íntimo con la literatura visionaria y apocalíptica rusa, y con El maestro y Margarita en particular.»
– Yvonne Howell
Arkadi Natánovich Strugatski nació en 1925 en Batumi (Georgia), hijo de un crítico de arte y una maestra. Su familia se instaló en Leningrado (actual San Petersburgo) cuando él era niño. Tras sobrevivir al sitio de la ciudad y alistarse en el ejército en 1943, se trasladó a Moscú, donde obtuvo el título de traductor de inglés y japonés en el Instituto Militar de Idiomas. Trabajó como maestro e intérprete en Kansk, en el extremo oriental de la Unión Soviética. Tras ser desmovilizado en 1955 regresó a Moscú, donde empezó a colaborar en revistas y editoriales soviéticas. Fue entonces cuando comenzó su carrera literaria, que se desarrollaría habitualmente a cuatro manos con su hermano Borís. Falleció en Moscú en 1991.
Borís Natánovich Strugatski nació en 1931 en Leningrado. Mientras Arkadi atravesaba el cerco de Leningrado (cuando el padre de ambos falleció), la salud endeble de Borís lo obligó a quedarse en la ciudad junto a su madre. Tras la guerra estudió astronomía en la Universidad de Leningrado, y después de licenciarse en 1956 entró a trabajar como matemático computacional en el observatorio de Púlkovo, cerca de su ciudad natal. Falleció en San Petersburgo en el 2012.
La narrativa de los hermanos Strugatski, que tiene a Wells, Verne y Doyle en sus orígenes, enseguida evoluciona de la ciencia ficción de estructura clásica y ánimo eminentemente didáctico, muy en boga en los cincuenta, a un estilo elegante y sobrio, heredero de la vanguardia literaria que se desarrolló en la Edad de Plata rusa (entre cuyos autores más destacados se encuentran Bulgákov, Zamiatin y Pilniak) y plagado de elementos simbólicos que beben de la rica tradición rusa. El papel del hombre a la hora de decidir su futuro, y las contradicciones y sinsentidos del poder establecido, son algunos de los ejes temáticos de sus obras, que tuvieron que labrar entre líneas para sortear la censura del régimen. Consagrados como los autores de ciencia ficción más importantes del país, sus títulos, traducidos a decenas de idiomas, se reeditan continuamente en todo el mundo.
Gigamesh ha publicado El lunes empieza el sábado, Qué difícil es ser dios y STALKER, pícnic extraterrestre, Destinos truncados y Ciudad maldita.